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La psicoterapia le puede ayudar. Imperfectos y felices ¡Es posible!
Hoy en día existe un porcentaje muy elevado de menores que pueden encontrarse en una situación de maltrato o abuso en su colegio y las consecuencias pueden ser muy perjudiciales, por eso los adultos deben estar muy atentos para prevenir y enfrentar estas situaciones.
Los casos detectados están aumentando en número, debido entre otras causas al conocido “ciberacoso” o “ciberbullyng”, donde las nuevas tecnologías y las redes sociales se utilizan con impunidad, de forma anónima y muy dolorosa para el niño/adolescente perjudicado.
El bullying se caracteriza por el uso de agresiones, insultos, humillaciones, amenazas, coacciones, robos, y todas aquellas prácticas que influyen negativamente en el estado emocional, físico y social del menor; se pueden dar dentro y fuera de la escuela, pero siempre ocurren entre compañeros de la escuela.
Los familiares o profesores deben estar atentos por si aparecen algunas de los siguiente síntomas:
– En niño se niega a ir a la escuela, se inventa excusas e intenta por todos los medios poder faltar a clase, incluso puede ausentarse sin que nadie lo sepa o intentar escaparse durante el horario escolar. Comienza atener dolores de cabeza, de estómago acompañados de vómitos o náuseas, y a tener problemas de alimentación.
– Puede perder interés en las actividades académicas y se niega a hablar de lo que hace en el colegio.
– Es posible que empiece a tener dificultades para dormir, pesadillas, cambios de humor bruscos con manifestaciones de rabia e ira injustificadas.
– Antes era un niño muy alegre y de repente se muestra triste, llora a escondidas, no tiene ganas de realizar actividades fuera de casa (por miedo a encontrarse con algún compañero), prefiere encerrarse a menudo en su habitación o jugar él solo o con familiares de su entorno próximo dentro de su casa.
Si no se interviene a tiempo, las consecuencias de sufrir Bullying pueden acompañar a los niños durante mucho tiempo, incluso en su etapa adulta.
Pueden convertirse en maltratadores, en personas que no desarrollan la empatía y por lo tanto tienen dificultades para relacionarse con otros, tienen mayor riesgo de realizar conductas perjudiciales y peligrosas para su salud e integridad física, se sienten enfadados con el entorno por no haber recibido ayuda y pueden no responsabilizarse de las consecuencias de sus actos (pues tienen la necesidad de castigar a la sociedad por lo que les ocurrió y intentan liberarse de la rabia contenida). Debido a que este tipo de maltrato sucede durante la niñez y la adolescencia, puede que aparezcan dificultades para establecer relaciones sanas e íntimas, pues no desarrollan de forma adecuada las habilidades sociales y su autoestima se ve muy mermada.
Si crees que un menor a tu cargo o de tu entorno próximo puede estar sufriendo este tipo de acoso, o si eres profesor y detectas una situación de maltrato, puedes intervenir y ayudar:
– Estar atentos a cualquier síntoma de pelea y escuchar con atención lo que el menor cuenta (puede que queramos regañarle por lo ocurrido antes de saber que ha pasado)
– Interesarse por su evolución en la escuela, hablar con los profesores, observar la relación con sus compañeros, fomentar reuniones con otros padres y estar atentos a lo que ocurre, a la forma de interactuar de los menores entre sí.
– Si creemos que algo va mal, no debemos dejarlo pasar por alto y debemos hablar con el niño y con los profesores si fuera necesario; para ello es bueno crear un clima de confianza en casa, intentando no juzgar cuando los niños se expresan.
– Mientras entendemos lo que ocurre debemos proteger al menor sin hacerle sentir inferior , ni víctima, ni culpable; por ejemplo pidiendo a los profesores que le observen, acompañándoles a la entrada y salida del colegio, etc…
– Dentro de las aulas se debe evitar cualquier burla o crítica negativa hacia un compañero, los profesores deben observar si algún niño se aísla, empeora su rendimiento académico, se muestra temeroso o sensible, o empieza a tener conductas de evitación en ciertas situaciones (ir al cuarto de baño, no querer cambiarse de ropa en gimnasia, no trae o pierde el desayuno o el material escolar, se mancha la ropa y dice que se ha caído, etc…) .
– En clase se debe intentar trabajar en equipo, fomental la colaboración entre compañeros, dedicar tiempo a la escucha de las inquietudes de los menores, e incidir en un lenguaje positivo y alentador.
– Además se debe hablar de lo que es el acoso, y hacer entender a los niños las consecuencias y como pueden ayudar a un compañero si se encuentra en una situación de este tipo.
La terapia es fundamental tanto en el caso del maltratado como del maltratador; pues muchos de los niños que infligen daño en otros pueden estar sufriendo a su vez una situación de maltrato en su hogar o estar sometidos a situaciones estresantes como un fallecimiento, divorcio o cualquier otra problemática familiar.
Recordemos que en este caso estamos hablando de niños, que aún están desarrollando su personalidad, y somos los adultos los responsables de que esto ocurra de la mejor forma posible; jamás debemos cerrar los ojos y mirar para otro lado, pues las consecuencias pueden ser muy graves y este tipo de problemática nunca se soluciona por sí sola. Protejamos a los menores antes de que lleguen a adultos con graves secuelas emocionales.