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Mi vida en un autobús, “la realidad de los conductores”

Antes me gustaba mi trabajo, conocía mucha gente, me permitía viajar, perder mis miedos al extranjero, pero unos años después, me pregunto cada día cuando podré dejarlo...

Anoche, como todas, caí rendido, suerte que dejé tirado el bus en la puerta del hotel en una zona de carga de mercancías, y salir corriendo haciendo que no era mi bus. Por la mañana no tenía ninguna multa: esta noche me he librado. Antes de dormirme no dejaba de acordarme de lo que ocurrió hace un mes en otra ciudad: la policía me sacó de la cama a las 4:00 de la mañana para mover el bus porque molestaba en un mercado. Aun no se me ha olvidado ese susto que además, aunque no me multaron, me echo a temblar cada vez que veo la policía por si me hacen alguna inspección y ven que moví el bus a las 4:00 de la mañana: la multa asciende a 6000€. Con mi sueldo lo podría pagar en un año si no me ponen más multas, eso si no me encierran un par de días.
He bajado a desayunar, soy el primero del grupo de turistas que llevo. Salimos a las 8:00 con maletas. Yo debo de estar 30 min. antes para dejar mi puesto de conducción preparado, anotar la parte administrativa para mi empresa (control de viaje y gastos) y la parte legal en la que si me equivoco al rellenar, me multan.
Son las 7:30 y ya tengo algunos clientes esperando a que meta sus maletas en la bodega de carga porque quieren coger el mejor sitio arriba. Según van llegando intento sacar una sonrisa aunque el desayuno todavía lo esté tragando, haga calor tan pronto y este cargando maletas de las cuales todas son delicadas, según sus dueños. Intento colocarlas en orden de tamaño aunque mi hombro me este matando por dentro.

Solo puedo trabajar 15 horas al día. Lo anoto para que no se me olvide a la hora que he metido la tarjeta.

Llegamos una hora después a la siguiente ciudad después de pillar algo de retención en la entrada a la ciudad.  Continuamos hasta la parada oficial, se les da tiempo libre al grupo y llevo, a los interesados  a una visita de un parque temático, me tomo un café, voy al servicio (será el último servicio que vea en el día) y regreso a por el grupo que tenía tiempo libre.
Recojo a todo el grupo y vulevo a arrancar, la velocidad máxima es de 70 km/hora, hay muchos radares y voy muy atento de no pasarme de velocidad porque las multas, como digo, las pago yo. Pero tampoco puedo ir despacio, debo estar en la siguiente ciudad a una hora concreta.
Llegamos a la siguiente ciudad, ésta es más complicada. llevo un bicho de 14 metros de largo por 2,5 de ancho, con una altura de 3,9. TODO en esta ciudad es complicado,hay millones de bicis que me adelantan por la derecha, por su carril, mientras adelantan a otras bicis. Mi corazón ya lo noto acelerado , estoy centrado en no atropellar a nadie al girar o simplemente en línea recta. Todas las bicis se atraviesan.

Después de hacer una pequeña panorámica les dejo en el centro donde solo puedo parar si llevo pasajeros, tengo que salir de la ciudad pero no muy lejos, para poder llegar a la hora acordada, no consigo aparcar los 14 metros. Empiezo a agobiarme porque estoy a punto de superar las horas de conducción. Hay un coche que controla los parkimetros que sin bajarse multa. Espero no haber sido presa: la multa la pago yo. Hace mucho calor, 35 grados. Estoy dentro del bus y no puedo encenderlo para poner el aire porque multan,estoy sudando. Tengo que ir al baño, son las 13:00 y lo único que puedo hacer es mear en una botella vacía que aparto detrás de mi asiento para estos casos(al final del día tengo 3 botellas llenas de mis momentos de evacuación. Me siento como un perro: Es muy humillante.
Acudo a recoger al grupo después de comer, viene un guía local que me indica con la mano por donde debo ir. Me indica con la antelación suficiente para pegar un volantazo y que parezca que voy perdido, despistado o que conduzco brusco. A sus movimientos de mano tengo que estar pendiente de las bicis, los peatones, los tranvías, el resto de coche, las motos que van por el carril bici, las motos que van entre los coches y yo, sin poder bajar la cortinilla de mi puesto de conductor (porque taparía la visión de los pasajeros) me voy tragando el sol de 35 grados a través de la luna, que multiplica el calor. Si bebo mucha agua luego tendré que mear en la botella. Son las 15:00 de la tarde y aun me quedan todo el día por delante. Estoy sin comer y no sé porque, me da sueño. Estoy con la visita y estoy pellizcándome la pierna izquierda con la mano (para que no vean los clientes). Terminamos la visita ,l legamos al hotel, son las 17:30 y saco las maletas como puedo, el hombro sigue doliendo.
A las 19:00 cenamos y yo he conseguido aparcar el bus cerca del hotel, a 1 km. En una calle escondida. Espero que los vecinos no llamen a la policía, ceno algo rápido y salgo de nuevo corriendo a por el bus, al menos he comido algo y podido utilizar un baño y lavarme un poco la cara.
Recojo al grupo en el hotel, salimos dirección para que visiten el centro, aprovecho este rato para limpiar un par de cristales del bus por dentro. Arranco de nuevo y cada vez que me pita un coche me estomago se vuelve a encoger. No sé ni lo que dicen porque no hablo nerlandes, ni si quiera ingles,soy como un indio señalando con el dedo. Llevo meses apuntado a clases de inglés, algún día tendré algo de tiempo para estudiar.
Recojo al grupo y vamos corriendo al hotel para sacar la tarjeta de trabajo. Tengo suerte, hoy no he superado el límite, Aparco donde puedo, cojo mi llave y al llegar a la habitación me dejo caer en la cama. Son casi las 23:00 y tengo que ducharme y dormir, cada minuto que pasa lo pierdo para dormir; intento contestar a los mensajes de mis amigos, de mi familia, de mi pareja. Imposible llamar a estas horas pero más aún porque no tengo fuerzas de hablar. Ni ganas.


Durante el día, mi cabeza además de ir calculando espacios, calles, giros, aparcamientos, horarios… también ha estado funcionando a 1500 km de distancia, donde mis amigos están disfrutando de una cerveza reunidos, mi hermano me manda una foto de mi sobrina jugando con nuestra perrita de la familia, donde mi pareja me dice que me echa de menos, donde mis aficiones están metidas en una armario, donde mis deportes están colgados en la pared, donde mis proyectos están en un folio, donde los problemas no pueden ser solucionados. Muchas veces prefiero agobiarme con el día de trabajo que pensando que en casa, me espera todo eso y que aquí arriba no puedo hacer nada. A todo esto me duele el hombro. Me caí hace unos días por las escaleras del bus mientras fregaba y apenas puedo moverlo, se me caían las lagrimas del dolor cuando me resbalé,cuando llegue a Madrid iré a la Mutua, aunque sé que me mandaran a mi médico de cabecera y ellos no se harán cargo.

Veo en las noticoas los accidentes de conductores que se quedan dormidos y como la sociedad les culpabiliza, tengo pesadillas, me agobia estar tan cansado, me preocupa no ser capaz de levantarme mañana para seguir con mi trabajo, no puedo más…NO PUEDO, ya no recuerdo la ultima vez que dormí más de 5 horas seguidas.

Me meto en la cama y pienso: espero que no me llame la policía porque el bus molesta… Cada noche igual.

0 Comentarios

1 comentario en “Mi vida en un autobús, “la realidad de los conductores””

  1. Francisco J. dice:

    Acudí a terapia por recomendación de un amigo, y es lo mejor que pude hacer; mi situación en el trabajo me estaba apagando poco a poco, me había robado mi personalidad y mis ganas de continuar, no era feliz y no sabía como mejorar mi situación.
    Ahora afronto la vida de otra manera y veo las cosas desde un punto más positivo o realista.
    He de añadir que sé que otros compañeros están en proceso terapeútico ahora y ya están un poco mejor.

    Muchisimas gracias

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