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Mi vida tras la prejubilación

Tras ponerme en contacto con la psicóloga, ella me recomendó plasmar mis sentimientos en un papel, y a pesar de que nunca se me ha dado bien, he decidido intentarlo, a ver si así analizo un poco mejor lo que me ocurre.

Empecé a trabajar, muy pronto, tenía 15 años, casi no me dió tiempo a ser “adolescente”, en mis 40 años dedicada a mi profesión, pasé por momentos muy buenos y otros no lo fueron tanto, conocí a mucha gente,algunas de ellas merecían tanto la pena que aún las mantengo a mi lado, pasé por muchos departamentos diferentes y aprendí mucho.

Me gustaba lo que hacía, pero poco a poco notaba que mis fuerzas no eran las mismas, e ir a trabajar suponía cada vez más un gran esfuerzo, físico y mental, necesitaba descansar y mi capacidad para adaptarme a las nuevas tecnologías ya no era la misma, sufría mucho estrés, y  la situación afectó a mi salud; de repente empecé a desear dejarlo. Me costó un tiempo conseguirlo, pero finalmente mi empresa me dió la notica “te puedes prejubilar”.

Se me juntaron muchas emociones, alegría, pena, preocupación, incluso dudas…tantos años con una rutina¿y ahora?, qué sentimiento tan extraño al firmar los documentos que me otrorgaban “esa libertad”, un simple papel después de tantos años dedicados a mi empresa y mis clientes…

De repente, cuando se pasó todo, cuando me encontré con mi nueva vida, empecé a sentir un “gran vacío”, tenía demasiado tiempo libre y decidí apuntarme a actividades, podía hacer de todo, tenía mucho tiempo de repente, pero…echaba de menos algunas cosas, mi agilidad mental ya no era la misma, las conversaciones y las personas con las que hablaba empezron a formar parte d eun círculo cada vez más pequeño, no solo en número si no en temas que tratar, yo soy una mujer curiosa, muy sociable, y a la que le gustaba “sentir la responsabilidad laboral”.

Aparte el tiempo pasa muy rápido, y a tu al rededor las cosas también empiezan a cambiar, tuve que dejar de dedicar tiempo a mi ocio para preocuparme de otras personas que habían envejecido sin darme cuenta (mis padres), mis hijos ya eran demasiado mayores para necesitarme o eso podía sentir a veces, y puedo dar las gracias de que mi marido se mantiene a mi lado, pero también se hace mayor y poco a poco nos vamos necesitando mutuamente más que hace unos años.

A esto tengo que añadir que algunas personas importantes de tu vida desaparecen, por enfermedades, porque también envejecen, o porque sus circunstancias, al igual que las mías, habían cambiado.

Con todo ésto llegó la temida menopausia, que a mis senttimientos de vacío tuve que añadir unos cambios hormonales agotadores, unos días me sentía estupenda, pero otros estaba y estoy física y emocionalmente muy mal.

Sé que no soy la única mujer que se encuentra en esta situación, y que tengo que dar gracias porque no tengo problemas graves, aparte de unos padres mayores a los que ahora debo dedicar gran parte de mi tiempo.

Era necesario dejar mi trabajo, lo sé, pero a veces….lo echo mucho de menos, y a la mujer que era cuando trabajaba.

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