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Perfeccionismo e ira

En otros artículos hablo sobre cómo mejorar nuestras capacidades y los aspectos positivos de creer en nosotros mismos y marcarnos metas; pues bien, no es bueno plantearse metas sin entender el concepto y consecuencias del “perfeccionismo” o de centrar toda nuestra atención en lograr mejores resultados y el desarrollo o deseo de un estándar personal inalcanzable.

De ser perfeccionista, podemos obtener algunos aspectos positivos como la satisfacción personal felicidad y el placer que nos produce lograr nuestros objetivos, pero por el contrario pueden desarrollarse conductas de miedo al fracaso y evitación de ciertas situaciones sin los objetivos que nos planteamos no son realistas o sufrimos presión propia o de terceros para conseguirlos.

En situaciones en que una persona (adulto o menor) se ve sometido de forma interna o externa a presiones para lograr cumplir u obtener algo (ganar una carrera, obtener un ascenso, destacar en el número de ventas, aprobar un examen, etc…) y el resultado no es el esperado, se crean emociones y reacciones que deben ser gestionadas de manera constructiva.

Ejemplo sencillo:    

” No se me dan bien las matemáticas, pero en casa me exigen obtener notas por encima de la media o se decepcionan conmigo, en la escuela no entiendo todo bien pero me esfuerzo todo lo que puedo; estudio y me presento al examen, me pongo contento porque la profesora me dice que he aprobado pero con un 6 y sé que mis padres van a enfadarse porque no estoy entre los mejores de la clase; a mí me gusta mucho la geografía y en eso sí soy de los mejores, pero en casa no es suficiente; sé que mi padre me va a regañar y mi madre me va a obligar a hacer ejercicios de matemáticas hasta que me duela la cabeza de tanto intentarlo”

        Opción A: “Tardo en llegar a casa, escondo las notas y miento hasta que se me ocurra algo” (me acaban pillando y la bronca es aún mayor)

            Opción B: “Recibo el castigo correspondiente, estudio todo lo que mi mamá me dice, odio las matemáticas, no quiero hacer más exámenes, me encuentro mal, no entiendo nada, nunca conseguiré lo que mis padres quieren, no me gusta la escuela ni hacer deberes” (se desarrolla frustración, ira, autoestima baja, evitación y síntomas como ansiedad, dolor de estómago, etc…)

             Opción C: “La psicóloga que me recomendaron en la escuela, nos enseñó a mí y a mis papás que no puedo ser bueno en todo, que me esfuerzo mucho y que tengo muchas habilidades y debo aprovechar y explotar mis capacidades y gusto por la geografía, que no es positivo para mí presionarme a sacar un 10 cuando estoy aprobando todo y que además es necesario que vaya contento a la escuela para que me siga gustando estudiar y no le coja miedo a los exámenes”.

Esta situación puede compararse con otras que viven los adultos, donde su complejidad es mayor. En otro artículo hablaremos sobre el Síndrome de Burnout y de la indefensión aprendida, relacionados con la frustración y el abandono.

Si entrenamos y adquirimos las habilidades necesarias para no frustrarnos y analizar lo que sentimos, seguiremos intentando obtener buenos resultados en lo que nos propongamos, entendiendo que el deseo de perfección no es positivo, que puede dar lugar a la ira, a la violencia (ira desadaptativa) y al desarrollo de ciertos miedos.

Es importante entender que las metas que queremos conseguir, debemos establecerlas nosotros mismo y no nuestro entorno (padres, amigos, sociedad en general), pues solo así conseguiremos ser más competentes y autoeficaces.

             Mediante la psicoterapia cognitivo conductual podemos adquirir habilidades para obtener mejores resultados de nuestras conductas, evitar la frustración personal y mejorar el control de impulsos.Da el paso y ponte en contacto, solo debes creer en ti y aprender a desarrollar de forma productiva tus habilidades y capacidades.

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