Menu

Bullying o acoso escolar

Hoy en día existe un porcentaje muy elevado de menores que pueden encontrarse en una situación de maltrato o abuso en su colegio y las consecuencias pueden ser muy perjudiciales, por eso los adultos deben estar muy atentos para prevenir y enfrentar estas situaciones.

Los casos detectados están aumentando en número, debido entre otras causas al conocido “ciberacoso” o “ciberbullyng”, donde las nuevas tecnologías y las redes sociales se utilizan con impunidad, de forma anónima y muy dolorosa para el niño/adolescente perjudicado.
El bullying se caracteriza por el uso de agresiones, insultos, humillaciones, amenazas, coacciones, robos, y todas aquellas prácticas que influyen negativamente en el estado emocional, físico y social del menor; se pueden dar dentro y fuera de la escuela, pero siempre ocurren entre compañeros de la escuela.

Los familiares o profesores deben estar atentos por si aparecen algunas de los siguiente síntomas:

– En niño se niega a ir a la escuela, se inventa excusas e intenta por todos los medios poder faltar a clase, incluso puede ausentarse sin que nadie lo sepa o intentar escaparse durante el horario escolar. Comienza atener dolores de cabeza, de estómago acompañados de vómitos o náuseas, y a tener problemas de alimentación.
– Puede perder interés en las actividades académicas y se niega a hablar de lo que hace en el colegio.
– Es posible que empiece a tener dificultades para dormir, pesadillas, cambios de humor bruscos con manifestaciones de rabia e ira injustificadas.
– Antes era un niño muy alegre y de repente se muestra triste, llora a escondidas, no tiene ganas de realizar actividades fuera de casa (por miedo a encontrarse con algún compañero), prefiere encerrarse a menudo en su habitación o jugar él solo o con familiares de su entorno próximo dentro de su casa.

Si no se interviene a tiempo, las consecuencias de sufrir Bullying pueden acompañar a los niños durante mucho tiempo, incluso en su etapa adulta.

Pueden convertirse en maltratadores, en personas que no desarrollan la empatía y por lo tanto tienen dificultades para relacionarse con otros, tienen mayor riesgo de realizar conductas perjudiciales y peligrosas para su salud e integridad física, se sienten enfadados con el entorno por no haber recibido ayuda y pueden no responsabilizarse de las consecuencias de sus actos (pues tienen la necesidad de castigar a la sociedad por lo que les ocurrió y intentan liberarse de la rabia contenida). Debido a que este tipo de maltrato sucede durante la niñez y la adolescencia, puede que aparezcan dificultades para establecer relaciones sanas e íntimas, pues no desarrollan de forma adecuada las habilidades sociales y su autoestima se ve muy mermada.

Si crees que un menor a tu cargo o de tu entorno próximo puede estar sufriendo este tipo de acoso, o si eres profesor y detectas una situación de maltrato, puedes intervenir y ayudar:

Estar atentos a cualquier síntoma de pelea y escuchar con atención lo que el menor cuenta (puede que queramos regañarle por lo ocurrido antes de saber que ha pasado)
Interesarse por su evolución en la escuela, hablar con los profesores, observar la relación con sus compañeros, fomentar reuniones con otros padres y estar atentos a lo que ocurre, a la forma de interactuar de los menores entre sí.
– Si creemos que algo va mal, no debemos dejarlo pasar por alto y debemos hablar con el niño y con los profesores si fuera necesario; para ello es bueno crear un clima de confianza en casa, intentando no juzgar cuando los niños se expresan.
– Mientras entendemos lo que ocurre debemos proteger al menor sin hacerle sentir inferior , ni víctima, ni culpable; por ejemplo pidiendo a los profesores que le observen, acompañándoles a la entrada y salida del colegio, etc…
– Dentro de las aulas se debe evitar cualquier burla o crítica negativa hacia un compañero, los profesores deben observar si algún niño se aísla, empeora su rendimiento académico, se muestra temeroso o sensible, o empieza a tener conductas de evitación en ciertas situaciones (ir al cuarto de baño, no querer cambiarse de ropa en gimnasia, no trae o pierde el desayuno o el material escolar, se mancha la ropa y dice que se ha caído, etc…) .
– En clase se debe intentar trabajar en equipo, fomental la colaboración entre compañeros, dedicar tiempo a la escucha de las inquietudes de los menores, e incidir en un lenguaje positivo y alentador.
– Además se debe hablar de lo que es el acoso, y hacer entender a los niños las consecuencias y como pueden ayudar a un compañero si se encuentra en una situación de este tipo.

La terapia es fundamental tanto en el caso del maltratado como del maltratador; pues muchos de los niños que infligen daño en otros pueden estar sufriendo a su vez una situación de maltrato en su hogar o estar sometidos a situaciones estresantes como un fallecimiento, divorcio o cualquier otra problemática familiar.

Recordemos que en este caso estamos hablando de niños, que aún están desarrollando su personalidad, y somos los adultos los responsables de que esto ocurra de la mejor forma posible; jamás debemos cerrar los ojos y mirar para otro lado, pues las consecuencias pueden ser muy graves y este tipo de problemática nunca se soluciona por sí sola. Protejamos a los menores antes de que lleguen a adultos con graves secuelas emocionales.

0 Comentarios

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *